Contar la historia de tu vida consiste en dejar ver cómo te has construido. Un striptease arquitectónico donde enseñas fotos del solar, los planos y alguna que otra chapuza.
La masculinidad también se construye. Por ejemplo cuando tu padre te dice irónicamente que «vas pa´ torero» porque te dan miedo los perros, o cuando tu madre te dice que sueltes la escoba porque «se te va a caer el pito».
Hay muchas partes de lo que llamamos identidad que difícilmente se pueden explicar con palabras. Las encarnamos igual que determinadas relaciones de poder. Por eso bailamos esta historia y, por eso mismo, también le hacemos al público las mismas preguntas que nos hemos hecho sobre quienes somos.